El pentágono tiene forma de casa, pero para que una casa se sostenga necesita tener un buen cimiento. El fundamento es tu materia aquí en esta Tierra y en este espacio/tiempo, así que cuidar de tu materia es una acción prioritaria. Una materia que esté equilibrada, que se sienta fuerte, que tenga bienestar es capaz de sostener un edificio. Pero las casas, todas, tienen una cubierta y la cubierta es lo que conecta con el Cielo, así pues, también esta materia mucho más sana, mucho más...

Si tú estás manifestados en este espacio concreto es para que lleves esa energía más sutil, a veces, más abstracta, a lo concreto. Lo concreto se define como lo material, lo que tiene límite y forma concreta. Así pues, esa energía sutil que llevas en tu interior, que ves manifiesta en tu cuerpo, mueve esa energía para que se manifieste en otras formas: en acciones, en pensamientos, en emociones, que debes gestionar en beneficio de todos.

En el mundo de la dualidad siempre existe un punto donde esta dualidad se unifica y éste es el tercer elemento, en nuestra religión católica se habla del Padre y del Hijo, pero también el Espíritu Santo, ese tercer elemento que facilita esta conexión de Padre Hijo. También para crear nueva vida es necesaria la unión del padre (energía masculina) y de la madre (energía femenina) para que un nuevo ser tome cuerpo y se manifieste en este espacio tiempo.

Hoy conectamos con la energía de la dualidad. Esta energía bien manifiesta en nuestro entorno, en todo lo que nos rodea, en ciclos bien marcados de esa polaridad, de esa aparente oposición y también una dualidad que está bien presente en nosotros, en nuestro cuerpo físico, representando el nuestro lado derecho y nuestro lado izquierdo, esa dualidad que puede convivir en Paz y armonía en nosotros.

Del 0 nace el 1, la Unidad. Lo que te hace igual a todos, lo que te conecta con tu origen y, también, lo que te conecta con todos los Seres de la creación. Que no es sino la misma energía amorosa que te crea, dándote a ti también el don de la creación. Una creación que también debe ser en beneficio de todo el mundo y de todo.

Conecta con la vida que se manifiesta eternamente, báñate en esta plenitud y también escucha el silencio que le acompaña, ese silencio profundo. Un silencio que te facilita también el descanso. Un descanso que te invita a la contemplación. Una contemplación vinculada al disfrute.

Aunque podamos pensar que movernos en el mundo digital no nos suponga un consumo de energía porqué está allí, aparentemente sin cambios y de forma permanente, también crea vínculos con nosotros que nos van reclamando atención en forma de tiempo y espacio.

Desde el campo de energía que mantiene unidas las partículas en el núcleo del átomo se emiten, a cada respiración, vibraciones que transportan información a las partículas que orbitan a su alrededor y éstas recorren todo el espacio hasta que encuentran los receptores que se acoplan a las vibraciones. Es entonces que descargan la información precisa para que pueda mantenerse la vida, transportan la energía amorosa que se manifiesta en Luz, cuando está en movimiento.

El camino para llegar a nuestra esencia se ha desdibujado, con la gran cantidad de desviaciones que hemos ido construyendo desde nosotros mismos y las que nos ha proporcionado la sociedad. Estamos pues, frente a una telaraña que dificulta el acceso al centro. Un centro que contiene en el núcleo, la información de cómo funciona la vida i nuestra razón de ser y estar.

El mundo interior que a veces recreamos, en nuestra mente, para mantenernos conectados a la vida, en realidad, nos desconecta de ella. Nos aísla, de todos y de todo. La vida interior es el verdadero baluarte en este tiempo, para transitar por el camino de la vida.