La respiración, el infinito movimiento, que mantiene la vida se sostiene en el corazón. No solo en el corazón físico...
Todos somos budas en nuestra esencia y el movimiento de la respiración es lo que nos facilita llegar a nuestra cueva donde encontramos nuestro Buda en estado de contemplación. Si nos es posible, observemonos y, si no es posible vernos, intentamos sentir lo que éste buda siente en su interior en estado de contemplación.